Mi historia es un caso de estudio sobre cómo la creatividad audaz puede transformar la realidad, como cuando implementé las góndolas venecianas en un río chileno. También es sobre cómo una teoría contra-intuitiva (el principio 80/20 en política) puede reinterpretar la percepción pública.
Mis acciones como líder están impulsadas por mis motivaciones más profundas, ancladas en la paternidad y el miedo a no tener suficiente tiempo. A través de mi trayectoria, he buscado ir más allá de la simple retórica para descubrir las verdaderas fuentes de legitimidad y conexión con mi comunidad.
La historia más reveladora es la de las góndolas venecianas que implementó en un río local de Penco. La idea, inicialmente calificada de "tontería" por su equipo, transformó un vertedero informal en un atractivo turístico con un presupuesto modesto. Figueroa no solo puso un bote, sino que construyó una elaborada narrativa (contrató a un amigo, lo llamó "Francesco" y creó la historia de un gondolero italiano con el corazón roto), demostrando que el liderazgo puede convertir una idea audaz y bien contada en un poderoso símbolo comunitario.
Figueroa propone una teoría que desafía el cinismo general: solo un 20% de los políticos son "malos" y acaparan las noticias, mientras que el 80% restante realiza un trabajo "de regular para bueno" de forma silenciosa. Argumenta que la percepción pública negativa está sesgada por la minoría escandalosa.
Figueroa fue alcalde de Penco (una ciudad que no era su lugar de origen) durante 12 años, demostrando un aumento exponencial en la confianza de la comunidad: pasó de un 42% de votos en la primera elección a un 72% en la tercera reelección. Considera este éxito (ganarse el afecto de una comunidad ajena) su mayor logro, demostrando que la legitimidad se gana con conexión y rendimiento.
Detrás del político está una motivación profundamente humana: la paternidad tardía. Figueroa, que fue padre por primera vez pasados los 50, revela que su mayor sueño es vivir hasta los 80 para ver a su hija cumplir 20 años, y su mayor miedo es morir joven, dejando a su hija pequeña. Esta vulnerabilidad es el verdadero motor que impulsa su vida, humanizando al político más allá de su cargo.